Don Fernando inicia su andadura en el año 1973, con el afán de rescatar de la desaparición la casta Vazqueña. Rebuscó en el campo bravo portugués los últimos ejemplares que quedaban desperdigados por todo el país, hilvanó líneas, trabajó contra viento y marea para recuperar un toro que sus antepasados crearon en el siglo XIX, y que por aquel entonces causaban terror y admiración en los tendidos de medio mundo.

En los años 60 el toro de Pereira Palha quedó olvidado ya que era un toro creado para el primer tercio, en esa época se ya empezó a implantarse el toreo de muleta como protagonista de la lidia, lo que requería un toro más atemperado y descolgado. Los antepasados de don Feranando, en esos años, decidieron eliminar la ganadería para meter ganado de otro encaste. 

Es entonces cuando ocurre una anédota:

Los tíos de don Fernando, por aquel entonces dueños de la ganadería, decidieron apuntillar todas las reses que quedaban del antigüo Palha para eliminar la descendencia vazqueña. Cuenta Feranando que estando apuntillando las vacas, su cuñado se asomó a un corral y vió una vaca berrenda y negra llorando al ver el futuro que se le avecinaba. El cuñado de Fernando, conmovido, compró la vaca, llamada "Chinarra" y se la llevó a su finca, donde crió una hembra, que fue la que usó don Fernando Pereira para reconstruir su ganadería y rescatar las reses de casta Vazqueña de su desaparición a finales de los 60. 

Actualmente, la casta Vazqueña o encaste veragua está presente en tres ganaderías: La del protagonista de hoy; Pereira Palha, y en Concha y Sierra y Prieto de la Cal.